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¡Vaya representación!

El primero de octubre de 2016 pasará a los anales de la historia reciente del PSOE. ¡Qué espectáculo! Su endiosamiento, su creerse el único referente político y ético válido, su “exceso de estupidez” que dice el aforismo islámico, ha hecho que, a la postre, su caída haya sido más estrepitosa. Vuelve a repetirse el análisis de Tucídides: endiosamiento y destrucción. Siempre se cae de dónde se subió, que nos dijo Quevedo.

Endiosado por el benéfico protagonismo de Felipe González, el PSOE no supo hacer la necesaria autocrítica, que le evitase precipitarse con el tiempo en la propia aniquilación. Enrocado en la auto adjudicada supremacía moral, ZP –con la complacencia y complicidad del conjunto del partido- se empeñó en la eliminación de la derecha democrática, inoculando en el conjunto del partido el odio al PP.  En el logro de objetivo  tan  antidemocrático, el PSOE  ha venido radicalizando su discurso, se ha apartado con ello de la centralidad –que le otorgó el poder-, no se ha mostrado coherente con su afirmado constitucionalismo y ha infectado a su militancia de un rancio e indefendible sectarismo.

Aunque les molesta en extremo que se les recuerde estas cosas, la verdad es que el PSOE llevaba mucho tiempo enredado en lo que Julián Marías denominó “el infernamiento”,  social y político, esto es, en “descalificar, denigrar, difamar, destruir”. Era obvio el torpe derrotero seguido y el daño real que se ocasionaba en el cuerpo social. Lo hemos experimentado y padecido a diario. Ellos  -todos en general- han disimulado y han hecho como que no se  enteraban. Todo el partido ha permitido, con  tal complicidad, que ahora semejante sectarismo antidemocrático se haya inoculado en su propio ADN.

Desde el pacto del Tinell (diciembre de 2003), el PSOE ha venido pactando y otorgando poder a fuerzas separatistas y populistas radicales. Ha propiciado   -mal que les pese- un verdadero desgobierno en multitud de pueblos, ciudades y comunidades autónomas. Ha intentado, incluso, trasladar dicho método (causa verdadera de la caída de Sánchez) a la formación de un gobierno alternativo al PP y C’s. Pero, sobre todo, ha sectarizado y tensionado la sociedad y ésta ya no lo percibe como solución ni como generador de confianza. Y esto lo ha realizado con la complicidad de todos, incluidos los llamados críticos a la gestión del Sr. Sánchez, que han acabado por echarlo. Todo consecuencia lógica de la deriva que, con manifiesta prepotencia y radicalidad de la mayoría del mundo socialista,  han  venido impulsado a fin de acabar con el PP, dando la impresión –una vez más- de que no saben aceptar el resultado de las urnas.

Cegados por la grandeza de su endiosamiento, han llegado a negar la realidad, a ocultarla, a pasar de largo como si no fuera con ellos, a no reconocerla y aceptarla. Cuando esto ocurre, la realidad acaba por vengarse a su manera, oponiéndose el más implacable sistema de resistencias que cabe pensar en un régimen democrático: la retirada del favor del electorado. Lo hemos comprobado todos. Han ido de derrota en derrota. Eso sí, todas ellas históricas. ¿Cabe mayor ceguera?

Difícilmente. Uno tenía la impresión de que su ambicioso líder se asemejaba ‘al gallo’ que creía que el sol salía para oírle  cantar el monólogo del ‘no’ es ‘no’.

El vergonzoso espectáculo presenciado en torno a la sede Ferraz tuvo que ver, en realidad, con las luchas de poder dentro del partido. Ya vimos como se resolvió, al menos de momento. Queda pendiente lo que más importa a la ciudadanía: la inaplazable gobernabilidad de España. Sólo el temor a unas nuevas elecciones en las circunstancias en que se encuentra puede hacer  posible, como menos mala, la opción de una abstención. La pelota está en el tejado. Son muchos que votaron ‘no’ a Sánchez y, sin embargo, son partidarios del ‘no’ a Rajoy. El mal es muy profundo y necesita de una terapia (reflexión) que necesita un cierto tiempo para ser aceptada.

Confiemos en la sensatez que siempre puede brotar de los restos de la insensatez. España lo necesita. Es la hora de la generosidad de todos.

Esperemos que  a la representación de la división y la destrucción se oponga ahora la representación del servicio a los intereses generales.

¡No vuelvan a representar su resistencia a aceptar el resultado de las urnas!

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , , , , ,

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