Una semana después de la misiva que le remitimos desde este mismo foro, la sección ‘Carta a…’ del periódico digital CANAL4 DIARIO, los hechos acaecidos en su partido confirman las prevenciones que le anunciamos sobre el futuro al que nos aboca su empecinamiento político. Está defendiendo e imponiendo a los socialistas de Baleares estrategias que a usted personalmente le garantizan su privilegiada posición en la poltrona del Consolat de Mar, pero que la objetividad de los hechos señalan que son caminos a ninguna parte, sino directamente al precipicio.
Voces tan señaladas como el portavoz de la gestora que ahora gobierna el PSOE, los presidentes autonómicos de la Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla-La Mancha, Asturias, Extremadura y Andalucía, el secretario general de su partido en Menorca, el ex secretario de Estado de Turismo y ex director general de la Policía Nacional y de la Guardia Civil en los años más duros del terrorismo etarra, Joan Mesquida, y una larga lista de otros militantes socialistas muy poco sospechosos de veleidades derechistas y populistas se lo están diciendo a usted y a todos sus compañeros de forma muy clara y muy alta: no es el momento de aventuras políticas de la mano de partidos anti sistema para, a cambio de ello, simplemente garantizarse una cómoda poltrona.
Esa es la única realidad de su propuesta: pactemos lo que sea y con quien sea para salvaguardar nuestros intereses personales, nuestros cargos y nuestros privilegios. La cortedad de miras de esta proposición es tan evidente que nos abstenemos de calificarla ya que se define por sí misma.
Señora Armengol, es el momento de asumir que el PSOE debe reorientar su camino tras contar todas sus últimas elecciones como estrepitosas derrotas. Es el momento de reconocer que si se pierden todas las votaciones ciudadanas es por el hastío que el partido provoca entre sus antaño numerosísimos seguidores. Es el momento de reconocer que algo se está haciendo mal, muy mal, rematadamente mal.
Y lo que se está haciendo mal, muy mal, rematadamente mal es convertir al PSOE en un grupúsculo de dirigentes que se eternizan en sus cargos saltando de una silla a otra y que han perdido el principal elemento definitorio que les llevó a gobernar España durante más de dos décadas, muchas veces incluso con mayoría absoluta: el sentido de Estado.
Sentido de Estado es entender que las reformas del sistema institucional deben ser asumidas por una amplia mayoría de la sociedad, que no se debe entender la política como un enfrentamiento en el que lo más importante es desmontar lo que han levantado nuestros opositores, que las evidentes diferencias entre sectores sociales, económicos e ideológicos deben solventarse con el mínimo común que multiplica y no con el que divide.
Y usted, señora Armengol, ha optado por desmarcarse de sus votantes, de su propio partido y de la realidad europea para escorarse hacia posiciones que en un corto plazo le garantizan durante un tiempo seguir presidiendo la mesa del Consell de Govern pero que, a la larga, supondrán su enésima derrota y que sea sustituida por los que ahora tácticamente la apoyan para dentro de poco empujarla hacia el vacío.
Eso es lo que sus compañeros de partido ven con claridad y que usted pretende escamotearnos.
Sinceramente, si usted quiere perder las siguientes elecciones –como ya ha hecho en todas las anteriores– es muy libre de hacerlo. Pero lo que no nos apetece es que por estar un par de meses más en el Consolat de Mar nos deje aislados del devenir del resto del Estado y nos aísle en un complicadísimo marco institucional, con gravísimas repercusiones en el ámbito de la inversión económica, único garante del progreso y el desarrollo económico y social de nuestra comunidad.
Señora Armengol, su sillón en el Consolat de Mar no se merece que nos impulse a ser los únicos en toda España que remamos contra corriente. Si usted quiere hacerlo, es muy libre. Pero no nos obligue a hacerlo a todos los demás. Hasta sus propios compañeros se lo están diciendo. Los mismos que han conseguido que Pedro Sánchez abandone sus iniciativas suicidas que no nos llevaban ni a un gobierno de coalición de centro derecha ni a un imposible gobierno de izquierdas. Escúchelos, por favor. Son sus propios compañeros los que se lo dicen.
