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Lágrimas de cocodrilo

Como los cocodrilos que cuando están fuera del agua segregan un líquido acuoso para mantener sus ojos en buen estado y parece que lloran, dícese de las personas que derraman lágrimas sin ningún sentimiento de pesadumbre o dolor que lloran lágrimas de cocodrilo.

Las lágrimas de Pedro Sánchez al renunciar a su acta de diputado y su comparecencia estelar con Jordi Évole constituyen el segundo acto de su campaña electoral en el PSOE. El primero fue el 1 de octubre cuando el Comité Federal de su partido decidió su destitución como secretario general y Pedro Sánchez apeló, aún sin atreverse a llorar, al honor y los principios aprendidos de sus mayores. Y luego, la épica, la vuelta a la carretera, con el coche propio.

Este hombre ha llevado al PSOE a la peor situación de su extensa historia y no ha tenido reparo alguno en provocar una fractura interna de dimensiones colosales, pero como si nada. En su liviandad se muestra incapaz de asumir cualquier responsabilidad y su ambición personal se sitúa por encima de los intereses del partido y del país. En el encuentro dominical televisivo (Salvados, La Sexta, 30 de octubre) no ha dudado en romper los puentes que pudiera mantener con su organización: después de dejar entrever que estaba dispuesto a pasarse por el arco del triunfo a su propio Comité Federal intentando formar un gobierno con Pablo Iglesias y los independentistas catalanes, expresa su público reconocimiento a Podemos, vinculando el porvenir del PSOE al de los morados, y proclama sin cortarse un pelo que España es una nación de naciones para definir el que debe ser marco de negociación con Catalunya. El socialismo nacional, a excepción del PSC, no debió sentirse precisamente reconfortado. Sobre todo después de la indecente intervención en el Congreso de los Diputados de Gabriel Rufián (ERC) que no escatimó insultos y zafiedades contra el PSOE, siendo debidamente felicitado por Pablo Iglesias. Vaya amigos se echa Pedro Sánchez para preparar su regreso a la máxima responsabilidad del partido. También cuenta con el apoyo de la siempre sagaz Francina Armengol, la presidenta de Baleares.

Pedro Sánchez tiene ante sí una complicada travesía del desierto y, como dice un buen amigo, comiendo sólo polvorones. A diferencia de la singladura que le llevó a la secretaria general hace algo más de dos años, ya no es la novedad, ni esperanza de nada, ni contará con el eco mediático que le aupó hasta la cúpula de Ferraz. En el PSOE ya le conocen y, lo que es peor para él, también le conocen los electores que son los que, en último término, han dictado sentencia. Pedro Sánchez es un cadáver político y parece ser el único que  no se ha dado cuenta.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , ,

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