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Desprecio al Parlament

La virulenta crisis de Podemos pone en evidencia que las solemnes declaraciones de respeto a las instituciones por parte de la izquierda de Baleares se convierten en papel mojado cuando de los intereses de los partidos se trata.

Las manos que mecen la cuna del partido de Pablo Iglesias en las Islas han acuciado a su dirección estatal para expedientar y suspender cautelarmente de militancia a la presidenta del Parlament y a otros dos dirigentes ante los indicios de que habrían usado sus respectivos cargos para favorecer los intereses personales de uno de ellos, el investigador Daniel Bachiller. Coloquialmente, les han pillado con el carrito de los helados.

Dejando de lado aspectos estrambóticos del brete en el que se encuentra Podemos, como la explicación de la presidenta del Parlament, Xelo Huertas, que atribuye la ofensiva contra su persona a las envidias de algunos de sus compañeros de partido, interesa reseñar la escasa consideración de los implicados en el affaire por la presidencia del Parlament y por la función de la cámara de representación autonómica. Y no sólo por parte de los protagonistas directos, Podemos y sus contendientes, sino también por parte de Més y el PSOE. Por aquello del respeto a las vicisitudes internas de otro partido y dejar en manos de Podemos, con carácter exclusivo, la responsabilidad de la situación, consienten en la interinidad sobrevenida en la presidencia del Parlament, nada menos que la segunda autoridad de Baleares.

La izquierda ya tiene experiencia en utilizar la institución como simple moneda de cambio de intereses de partido. Cuando en 1999, Antich negociaba con la desaparecida Unió Mallorquina la alianza necesaria para echar al PP de las instituciones, quien debía presidir el Parlament – exigencia de UM – todavía no era diputado, con lo que el socialista Antoni Diéguez se prestó al paripé de “guardar” la silla a quien sería presidente, Maximilià Morales, durante 19 días. Otro socialista, Andreu Crespí, se negó al enjuague, ofreciendo una lección de dignidad y respeto institucional que, evidentemente, fue “premiado” con el ostracismo.

Cada hora que la presidencia del Parlament siga pendiendo de las cuitas internas del pacto de izquierdas, la crónica del desprecio a la institución añadirá nuevos renglones.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , ,

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