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Rap auténtico y verdadero

Menuda hostia le han metido los de Podemos a Chelo Huertas. Del viaje, la mandan a vender Herbalife, aunque ella planta cara y amenaza con cantar como Joselito en Despeñaperros. Qué manía tienen los políticos de guardarse la mierda hasta que les interesa sacarla, en lugar de compartirla, como buenos cristianos, con el resto de ciudadanos, que podríamos así seguir sus tejemanejes en tiempo real. De Chelo hablaré más adelante, esperaré a que la escabechinen en condiciones. Lo del «finiquito en diferido» ha creado escuela. Así no hay dios que sea honrado. Qué fuerte.

Me gustan las cosas auténticas, fuertes. Por eso venero a Elvis Presley o a Black Sabbath, me emociono con las películas de Paul Verhoeven y John Milius, disfruto leyendo a Heinlein o a Delibes… Por eso me gusta el vino tinto manchego y no esas cosas afrancesadas de caberné-soviñón que venden como vino pitiflú y son aguachirri morao, y me cabreo cuando pido coñac y me dan «bebida espirituosa», que es como si a un general de Corea del Norte le hubieran arrancado las medallas para rebajarle la graduación. Por eso me agrada la charla con personas de ideas claras.

A veces me pregunto la razón por la que un tío tan poco de izquierdas como yo se lo pasa teta hablando con socialistas convencidos. He tenido la oportunidad de conocer a dos socialistas de verdad, de esos que creen en la Cuba de Castro. Sí, a uno de ellos hasta lo echaron del PSOE por sacarle las vergüenzas a Felipe González. Hemos hablado de la revolución cubana, del mayo del 68, del funesto Tribunal del Orden Público, de Franco, de la detención de mi abuelo Paco, que era más rojo que el culo de un mandril…  Oigan, que me han dado hasta ganas de pirarme a Cuba una temporada. No comparto sus ideas y no me duele reconocer que son dos fulanos auténticos, sí señor. Lo mismo me pasó ya hace muchos años cuando me presentaron a un viejo falangista —en un ambiente más sórdido, desde luego—, un tipo arrugado, grandón, tuerto con parche incluido, de esos de camisa azulona abierta enseñando pecho lobo. Me miró con su único ojo y con un vozarrón aguardentoso me disparó: «chaval, yo soy falangista, falangista de los de José Antonio. No te confundas, no soy franquista». Y nos bebimos una botella de Rioja del bueno. Me sucede algo parecido con los independentistas, los de verdad, no los de MÉS, que no saben si son ecológicos, soberanos o descafeinados. Tuve las pelotas de entrevistar a Josep-Lluís Carod-Rovira en Can Alcover, la sede la Obra Cultural Balear, que para mi eso es como si mandaran al general Custer a tomarse unas cañas con Toro Sentado en una reserva india, territorio comanche, ya me entienden.  Pues Pepe Luis —sí, el de «soy Josep-Lluís, aquí y en la China»— me cayó bien. No comparto ni una palabra de lo que me contó, pero tiene las cosas claras.

Además de con políticos, a lo largo de mis años de periodista he tratado con delincuentes, mercenarios —de los de pegar tiros por pasta—, estrellas, estrellitas y estrellones del rock, activistas, boxeadores, sindicalistas, curas, yonquis… En todas las casas hay de todo. Y siempre me he quedado con los auténticos, con aquellos que dicen lo que piensan sin miedo, con los valientes. ¡Vivan los que patean la corrección y la hipocresía! Un humilde juntaletras como yo no puede expresarlo con tanta arrogancia y contundencia como el gran Frank T que ya lo dejó claro en su rima Rap auténtico y verdadero: «Que cambien ellos. No os vendáis como las putas en las esquinas y acabéis diciendo tonterías como el imbécil de Sabina».

Dejando a un lado el jipi-jopo y su chulería, lo cierto es que los políticos han olvidado lo que es la política. No me malinterpreten, no digo que todos deban ser marxistas, falangistas, independentistas y demás opciones acabadas en –istas. Solo pido un poco de dogma, unas gotas de principios, de debate político de fondo, de decir lo que uno piensa y de intentar convencer a los demás, de vehemencia, coño, de ponerle ganas, de olvidarse de la silla y de pensar más en las ideas. Me da igual que no sean las mías, me importa un pimiento. Que digan algo, que se manifiesten. A este paso, para encontrar un ideario claro y definido vamos a tener que tirar de la güija porque la verdadera política parece hallarse en el limbo. Estoy harto de la derechona desnatada que huele a armario viejo, de los neomarxistas de feminismo, lobby gay, veganismo y bicicleta, de los pardillos que van de liberales a medio hervir, de los progres de moqueta y de los anarquistas de salón.

Un poco de autenticidad, por favor.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , , ,

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