El pasado jueves, en el propio escenario del Consolat de Mar y frente a los periodistas de los medios de comunicación de Baleares, le oímos decir la siguiente frase: “Yo pido disculpas”. Pronunció todas las palabras literalmente y con un lenguaje corporal que no dejaba ningún espacio a cualquier posible duda sobre la veracidad de los sentimientos que propulsaban esos sonidos. Lo dijo usted de corazón y se lo agradecemos.
El poeta británico Alexander Pope (Londres, 1688-1744) escribió en una ocasión “Errar es humano, perdonar divino y rectificar de sabios”. De esta frase surge años después el más sencillo aforismo “Rectificar es de sabios”. En el mismo reflejamos en un solo y simple concepto que, si en alguna ocasión se comete un error, de necios es empecinarse en mantenerlo simplemente para atrincherarse en los principios de autoridad y mando o para arrogarse la infalibilidad absoluta. En el caso de que se demuestre fehacientemente que la frase dictada o la orden ejecutada han sido equivocadas, nada más adecuado que desdecirse con humildad y reconocer el error. Aunque se esté cubierto por el armiño del poder. “Errar es de humanos, pedir perdón es de sabios”.
Reconocer los errores dignifica a las personas, las eleva por encima del endiosamiento tóxico que emponzoña la gestión de cualquier tipo de poder y acerca al que democráticamente es poderoso a aquel que, con su voto y su voluntad cívica, le ha transferido la ‘auctoritas’ moral de la gestión de la cosa pública y la ‘potestas’ institucional de aplicarla.
Su “yo pido disculpas”, señora presidenta, venía a colación de que, después de ya un año y casi medio en el cargo de presidenta del Govern, al fin ha rectificado un error que heredó de anteriores legislaturas y que usted misma se comprometió a solucionar “en quince días” tras llegar al poder. Estos “quince días” de la promesa preelectoral se han extendido a más de quinientos en la realidad del calendario. Pero, al menos, se ha cumplido al fin la promesa hecha a los jubilados de las Islas Baleares, que ven desde el pasado 1 de diciembre como sus propias autoridades han dejado de esquilmarles en sus precarias pensiones haciéndoles pagar por las medicinas más de lo que establece la ley estatal.
Ahora que ya no se cobra de más –y como señaló el señor Biel Huguet, portavoz del colectivo Padrines i Padrins Flautes, en el programa Avui Actualitat de Canal4 Televisión– solo hay que esperar a que se devuelva lo cobrado de más. Al parecer, y según apreciación del propio señor Huguet, cerca de 15 millones de euros.
Señora presidenta, la realidad de su reconocimiento de culpa y, aún más, la expresión de su arrepentimiento a través del literal “yo pido disculpas” nos hace albergar una tímida esperanza sobre la verdadera esencia ética de nuestras autoridades. Por un lado, tememos que esta sea solo una anécdota aislada en el amplio devenir de la gobernanza balear. Por otro, se nos abre una amplia sonrisa en nuestros rostros ante la confianza que todavía albergamos de que nuestros políticos sepan reconocer sus enormes y cotidianos errores, entender que nadie –ni siquiera ellos– están en posesión de la verdad absoluta y que en el intercambio leal de pareceres se halla la esencia capaz de desmadejar el nudo gordiano que atenaza nuestro futuro, lastrado por enormes dificultades y carencias.
Le agradecemos su “yo lo siento” y esperamos que no sea un anecdótico y triste hecho aislado.
