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De cómo un marciano aniquiló la humanidad por culpa de Francina Armengol

Como cinéfilo aficionado al fantástico y a la ciencia ficción debo reconocer que la mayoría de películas del género —me atrevería a establecer un porcentaje cercano al 80 por ciento— son una verdadera basura. Recurren a tópicos mil veces vistos. Nombro solo dos a modo de ejemplo. Siempre que va a pasar algo chungo —sea una megatormenta, una glaciación repentina, el despertar de un volcán y su consiguiente terremoto y/o tsunami aniquilador, la insospechada llegada de un meteorito exterminador…— aparece un pobre tipo en una estación meteorológica u observatorio en Groenlandia que se da cuenta, que avisa cagado de miedo de la que se nos viene encima y nadie le hace ni puto caso. Está el pobre cobrando una miseria, congelado con tres jerséis de lana, un gorro de que parece Wally y una taza de café en las manos. Digo yo que con tanto gafe, Groenlandia debe ser la hostia, como Ibiza en agosto, que tiene que haber un ambientillo del copón con todos los agoreros desterrados en la isla pegándose unos fiestorros de vodka y pacharán bajo la aurora boreal cada noche después de advertir de nuestro inminente fin. Luego están los marcianos, que tienen la puñetera manía de aterrizar en Los Ángeles —menos en Distrito 9 de Neil Blomkamp, en la que se dejan caer por Johannesburgo o el tontainas de E.T., al que dejaron tirado en un pueblucho—. Los extraterrestres quieren hablar con los líderes mundiales… Y he ahí el problema. Menuda vergüenza íbamos a  pasar si les diera por parlamentar con Vladimir Putin o Donald Trump. Fijo que nos meten a todos una pistola de rayos disruptores por el culo y nos funden. Contemos las cosas ahora de otra manera, vayamos al entorno local, aunque las catastróficas consecuencias sean globales. Esto es lo que sucedió…

Imagine, lector, que un becario del observatorio de Costitx detecta una nave alienígena en el cielo balear a las tres de la mañana. Verifica que no se trata de un globo sonda soltado por algún iluminado desde una consellería y da la voz de alarma. Nadie le hace caso porque todo el mundo está de torradas de Sant Antoni. Imagine, también, que un extraterrestre ha cruzado la galaxia para venir a echar un vistazo por aquí. El marciano, que no controla de geografía más que un catedrático de la UIB, aterriza en Mallorca. Ve lo que se cuece por aquí, lo extrapola al resto del planeta y se dice: «menuda gentuza, o me convencen de que vale la pena darles una oportunidad o me los cargo porque el día en el que estos tengan los medios para salir de paseo por el espacio nos lo urbanizan, nos ponen carril bici, se ponen a dar subvenciones que arruinan al Banco Galáctico Central…. Uf, qué miedo». Y nosotros, que una vez más creemos ser el ombligo del mundo, le enviamos a nuestra lideresa en plena resaca santantoniera. Ahí va Francina, que se parte el culo en todas las fotos —aún hoy me pregunto si cuando le hicieron el reportaje de la primera comunión el fotógrafo le pidió que sonriera y aún no ha parado—, y que ladea la cabeza y hace pucheritos cuando se pone seria porque Madrit nos roba. El marciano no entiende nada cuando nuestra lideresa le suelta no se qué de financiación…

Francina reúne al marciano con su gabinete de altas personalidades en un despacho del Consolat de la Mar. Toma la palabra uno del GOB para amenazar al marciano, que ojito con su platillo volante que «hace unos meses un avión nos mató un buitre» y que ya que ha venido que pague la ecotasa. Otro de la OCB le exige que se integre y que aprenda catalán. Susurra a los suyos si acaso el marciano no será un enviado del Sírculo Balear. Un jardinero que pasa por allí le ofrece comprar un pisito en el centro de Palma para montar su embajada a cambio de un módico adelanto de 3.000 euros.

A la fiesta se suman los de Podemos. Llega el diputado Carlos Saura con su look de debutante en el Parlamento a lo Dora la Exploradora, con bermudas y mochila. El marciano, perplejo, no entiende que le manden a un niño para tratar cosas tan importantes y se acojona cuando ve a la que cree ser la madre del retoño, Laura Camargo. «Esta sí que manda», piensa. Se pierde del todo cuando Aligi Molina le propone un acuerdo de paz con su planeta a cambio de que borre del mapa al estado de Israel. Y para mayor desconcierto, un tipo le susurra al oído que si los marcianos son buenos con Alberto Jarabo tendrán curro asegurado.

A los diez minutos llegan los de MÉS enfadados porque no los han avisado. Miquel Ensenyat abraza al marciano y le da las gracias por haber elegido Mallorca y aterrizar en el aeropuerto Ramon Llull. Le repiten lo del buitre, la lengua catalana y la ecotasa. El marciano ve a David Abril y cree que empieza a entender las cosas. Lo señala y dice: «este es de Podemos». Abril se lo toma bien y le regala la camiseta que lleva puesta, una de esas de Pep Lemon luchando contra los yanquis de la Pepsi Cola. El marciano corresponde al presente con un obsequio y entrega a Abril una pistola de rayos. A David se le dispara por accidente y desintegra a Biel Barceló que aún no había abierto la boca. En MÉS se echan unas risas, «no pasa nada, ya buscaremos a otro, Fina ponte tú de jefa», dicen. Fina Santiago, muy solemne y forzada por las circunstancias que hacen imperioso su sacrificio personal, acepta un cargo más antes de retirarse de la política.

A los del PI y Ciudadanos no les han dejado entrar a la reunión. Miquel Vidal del PP se ha excusado porque dice que hasta después del congreso nacional del partido no toca hablar de estas cosas. Llama por teléfono a Biel Company y le dice que estaría bien reunirse de tapadillo con el marciano para consensuar una lista única en Baleares. Company contesta que lo hará con discreción y anuncia una comilona para trescientas personas en un celler mientras su mujer lo retuitea todo con el pseudónimo de Marciana Mallorca 2017.

Al cabo de un rato el marciano se percata de que se ha equivocado de planeta. Cree que debe regresar a su nave para reflexionar… Aún duda —mira que es bueno el gilipollas, yo ya hubiera montado el Armagedón con fuegos artificiales a cascoporro para todos— y está presto a retirarse para meditar cuando la presidenta la caga:

—Señor Marciano, la próxima vez que venga igual estoy liada…— Francina sonríe primero para luego ladear la cabeza— Me sabe grave no poder atenderle, pero no pase pena que si no estoy yo puede hablar con Chelo Huertas, es muy aguda.

En ese momento, la Humanidad quedó sentenciada.

P.D.: Me han comentado que IB3 prepara una miniserie de mi relato, una libre adaptación en la que el exobispo de Mallorca, Javier Salinas, tendrá un destacado papel. Para aportar dramatismo a la historia, la novia de Salinas podría ser la presidenta del Gobierno balear, lo que añadiría tensión rojillo-sexual al asunto.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 ,

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