Si a un político, supongamos del PP, le pillan adjudicando un contrato negociado sin publicidad de 55.660 euros a la empresa de su más directo asesor de campaña, por legítimo que sea la izquierda le monta un escándalo de tal magnitud que el código penal se queda corto para recoger sus acusaciones. Pero si se trata del vicepresidente del Govern, de Més, el asunto es perfectamente legal y no ha lugar a recriminación alguna.

Diario de Mallorca ha desvelado el caso. El segundo de Francina Armengol en el Govern contrató a la empresa de su jefe de campaña electoral, mediante una negociación sin publicidad, un, atención, “servicio de consultoría para el diagnóstico del tejido empresarial de las Illes Balears y evaluación de las políticas llevadas a cabo para promover la economía del conocimiento”. Nada menos. Es de suponer que hay auténtica expectación en medios empresariales y económicos de las Islas para conocer el detalle de tan sesuda consultoría.

Las reacciones de los socios de Més, y del propio partido, resultan cuando menos divertidas: el PSOE, procurando mirar hacia otro lado, afirma que convendría explicarlo; Podemos, en tono admonitorio, algo así como que no lo volváis a hacer, que está feo; y, por fin Més, rizando el rizo: primero, su portavoz parlamentario, David Abril, insistiendo en que la figura de contratación utilizada por su vicepresidente debería desaparecer, y luego el protagonista, Biel Barceló, reconociendo que podría haberse convocado un concurso. ¿Y pues?

La transparencia es una bandera irrenunciable de la izquierda cuando puede ser utilizada contra el adversario. En tratándose de los propios, pretenden que en el carrito no haya helado.