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Saber ganar

Bien, ya está hecho, ya ha pasado el XV Congreso Regional del Partido Popular balear. Ya tenemos nuevo presidente al que no cabe más que felicitar. De forma indiscutible se ha impuesto el candidato del seny, Biel Company, el hombre con una candidatura trufada de sillas que parece un convoy de tren de vagones pullman, con sus butacas de primera clase, sus confortables camas y alguna que otra otomana en la que echarse una siestecilla.

Seny le va a hacer falta para controlar a la tropa ansiosa por aparcar las posaderas en cargo público y orgánico, que de lo segundo hay lo que hay, y de lo primero, hasta 2019 nada de nada. Ya puede ponerse a trabajar Company para rearmar el partido, lograr una aplastante mayoría absoluta en 2019 y demostrar así su tesis de que la culpa de todo la tiene José Ramón Bauzá por chulo y prepotente. Es la segunda vez que matan a Joserra y no tengo yo muy claro que lo hayan enterrado del todo. Se ande con ojo el Sr. Company pues si no arrasa, el que a lo mejor se va a su casa es él.

Decía Napoleón que «el momento más peligroso llega con la victoria». En el vasto universo de las citas en el que abunda lo apócrifo, cuando no lo falso, se le atribuye al francés aquello de que «solo hay una cosa más difícil que perder una batalla y es saber ganarla». Company ha vencido y tiene por delante multitud de retos. Les citaré solo algunos para no extenderme en demasía: averiguar qué coño ha pasado para que con un partido de 22.800 afiliados la participación en el congreso haya sido de poco más del 30 por ciento; lavar su imagen en Génova 13; movilizar y dinamizar las bases; definir un ideario político claro más allá del dichoso seny; y, esto es con toda probabilidad lo más importante, saber ganar. Lo de saber ganar de momento no lo ha demostrado, y para muestra su discurso del pasado domingo tras conocerse los resultados en el que mostró resentimiento y resquemor con los rivales. Es muy humano que así lo sintiera, pero no era ni el momento ni el lugar, se imponía entonces un discurso de corte presidencialista. Que Company no es Talleyrand lo sabemos, si bien espero que entienda que las sillas son muebles y él necesita personas, los mejores, a su lado. Lo he dicho en otras ocasiones, en los negocios como en la política, las cosas se hacen con la cabeza, no con los cojones y el corazón, aunque en ocasiones haya que tirar de ellos.

En cierta medida, Company y Armengol se parecen en una cosa: para los dos Bauzá tiene la culpa de todo. Lo han convertido en la Yoko Ono de la política balear. Company aporta la frescura de la política de 1985 basada en invitar a los afiliados a comer porsella —ojo que Marga Durán también anuncia merendolas gratis en Palma— y solo le falta ponerse a excavar un segundo túnel de Sóller en honor a su mentor Gabriel Cañellas. Y a Francina eso le viene bien porque mientras juntos despellejan a Bauzá, el PP se olvida de defender sus principios y no se mete con la presidenta, ni con su novio jardinero, ni con el despiporre de Sa Nostra. Company y Armengol deben aprender a vivir sin José Ramón Bauzá. El primero porque tiene al partido más importante de Baleares hecho unos zorros y la segunda porque no puede continuar ocultando su ineptitud en un gobierno que se extinguió hace ya dos años. Bauzá no podrá tener la culpa de todo, todo el tiempo.

Les quiero aclarar si han llegado hasta aquí que, como siempre, hablo por mí, no me manda nadie escribir lo que escribo ni he hecho de correveidile de terceros en la puta vida. Es notorio y conocido que he apoyado a José Ramón Bauzá y que he colaborado en su campaña. No tengo ningún problema en decirlo, ni me voy a excusar por ello. Hoy hablo de saber ganar, el tema de la lealtad lo dejo para más adelante.

Para concluir, le lanzo una obviedad: las noticias nunca acaban. Pasado el congreso, la bula papal en los diarios que ha permitido a Armengol vivir tranquila se acaba. Recaen sospechas de nepotismo en MÉS por adjudicar contratos a antiguos colaboradores —esto es más de lo de siempre, tampoco es nuevo—, Balti Picornell mantiene el tipo y resulta que pasear al tarado de Valtonyc por las escuelas es un ejercicio de libertad de expresión. Ahora podemos volver a hablar de cosas tan importantes como la demolición del monolito de Sa Feixina, de declarar a Donald Trump persona non grata en Palma, o de montar en bicicleta como acto de insumisión política.

Nos acercamos al ecuador de la legislatura y el circo continúa.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 none

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