Después de verle a usted escamotear de forma reiterada y cobarde su responsabilidad sobre el lamentable acto acaecido en la biblioteca del instituto de Santa Margalida, no podemos menos que preguntarnos en manos de quién están nuestros hijos. Nos referimos a la charla que sobre derechos humanos, libertad de expresión y democracia impartió el condenado Valtonyc a los niños y niñas de primer curso de la ESO del referido centro escolar.
Recordar que Valtonyc ha sido juzgado y condenado por enaltecimiento del terrorismo, entre otras penas. Y cuando mencionamos el enaltecimiento del terrorismo de Valtonyc nos remitimos a sus brindis con champán y su alegría tras ver las costillas reventadas de los dos guardias civiles asesinados por los terroristas de ETA en Palmanova. Después de esa mención literal a una de las letras rapeadas por Valtonyc, cualquier otra referencia a su condena nos parece a todas luces superflua.
El señor Valtonyc está asumiendo personalmente las consecuencias de reclamar, pedir y aplaudir la muerte de los que piensan diferente a él. Como en todo Estado de Derecho, si a él o a otras personas como él les parece inadecuada esta condena, tienen la prerrogativa democrática de impulsar el cambio de la legislación penal a través de los representantes elegidos y residenciados en las cámaras depositarias de la soberanía popular. Mientras este cambio no se produzca, si es que se produce, Valtonyc asumirá las consecuencias de atacar los principios generalmente asumidos como válidos, correctos y democráticos por la mayoría de la ciudadanía.
Pero no hemos llegado hasta aquí, señor Martí March, para reiterar las razones por las cuales Valtonyc está pendiente de un nuevo juicio en el Tribunal Supremo y de su ingreso en prisión. Ese es tema ya juzgado. Estamos aquí para exigirle a usted que dé la cara.
Cuando en el ámbito de gestión y responsabilidad de un político acontecen asuntos o se presentan circunstancias que para una parte de la sociedad deben ser esclarecidos, estos mismos políticos tienen que dar la cara inmediatamente, presentarse ante los medios de comunicación plurales, acudir a las cámaras legislativas de representación popular y ofrecer extensas y fehacientes explicaciones sobre todos los hechos que han acaecido en el entorno del asunto que ha provocado la polémica social.
De ninguna de las maneras, en pleno siglo XXI y en un estado plural y democrático de derecho como es el español, un político puede escaquearse, esconderse y escamotear su responsabilidad. De ninguna de las maneras.
Y eso es lo que ha hecho usted, señor March: esconderse para no dar la cara, mostrarse cobarde y huir de lo que debe ser el abc de un político. Huir de su responsabilidad. Huir de la verdad.
Siendo absolutamente deleznable la presencia de Valtonyc ante unos menores de edad sin el expreso consentimiento de sus padres, no lo es menos que el político responsable de los centros de enseñanza de las Islas Baleares haya optado por esconderse y no dar las explicaciones a las que le obligan el caso.
Señor March: usted ha sido un absoluto cobarde, usted ha incumplido la primera de sus obligaciones como político –explicarse ante sus conciudadanos– y usted no se merece que ningún padre de ningún niño de nuestra comunidad le respete.
Si nuestros hijos deben estar bajo la tutela de políticos como usted, no se extrañe si muchos padres se preguntan cada día, en el momento de dejar a sus hijos a la puerta de los colegios, si merece la pena seguir confiando en un conseller que, ante el revuelo provocado por un uso evidentemente incorrecto e inadecuado de un centro de enseñanza, no es capaz ni siquiera de dar la cara.
Repetimos, señor Martí March: no se extrañe si los padres se preguntan si pueden fiarse de su conseller, si pueden fiarse de usted.
