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Carta a Alberto Jarabo / Esperanza asesinada

Ha llegado la hora de pasar cuentas, de examinar su trayectoria, de analizar sus actuaciones, de valorar sus decisiones y, como en todo lo humano, cuantificar sus posibles aciertos y destacar sus seguros fracasos. Y más, como es en su caso, al ser usted un político. Reiteramos: un político.

El paso que dio usted voluntariamente desde su status anterior de ciudadano anónimo, quizás inmerso en el activismo social, a la primera línea de la profesión política y, posteriormente, a ocupar una poltrona institucional le colocaron desde ese momento delante de todos, absolutamente todos, los habitantes de las Islas Baleares. Y también bajo el foco escrutador de los medios de comunicación, en el centro del legítimo y democrático debate social. Por tanto, ahora ha llegado el momento de que sus propios compañeros le revaliden en su cargo o se lo sustraigan.

Estas son las normas y así funciona el sistema democrático.

Ante esta realidad, a la que se han sometido todos los políticos que le han precedido en esta comunidad, tanto usted mismo como sus propios conmilitantes y la totalidad de la ciudadanía balear afrontamos unos hechos que anteriormente nunca antes habíamos vivido: la conversión de una esperanza en una desilusión. Y todo en el tiempo récord de media legislatura.

Quizás usted no comparta esta valoración, señor Jarabo, y es muy libre de hacerlo. Pero la realidad es la que es, y en el caso de Podemos Illes Balears esta realidad es la expulsión de su máximo cargo institucional, Xelo Huertas, por un hipotético caso de corrupción que nunca se ha sustanciado en nada de nada. Y la expulsión, también, de la parlamentaria Montserrat Seijas por más de lo mismo. Dos personas que, realmente, se habían caracterizado por querer hacerle ver a usted y al resto de los militantes ‘morados’ que no se estaban cumpliendo las órdenes del Consejo Ciudadano Autonómico de su propio partido, máximo órgano de dirección entre congresos, en relación a la negociación con la presidenta Armengol sobre los presupuestos de la comunidad autónoma.

Por si eso no fuera suficiente, la mitad de los miembros de ese mismo Consejo Ciudadano han abandonado su cargo, lo que demuestra una desafección rotunda acerca de las gestiones realizadas por usted mismo y su guardia de corps en la dirección podemita.

Y más manzanas de la cesta de su jefatura al frente de Podemos: los círculos locales y profesionales que se han autodisuelto o abandonado el partido, como el recientísimo de Inca.

Evitaremos regodearnos en la patética historia protagonizada por Pascual Ribot y Joan Canyelles, del Comité de Garantías, y su definitorio “si eres una buena niña, te buscaremos un trabajo”. Ribot y Canyelles, dos estrechísimos colaboradores suyos, miembros y facilitadores de los fondos económicos que engrasaron su pasada candidatura.

¿Para qué seguir, señor Jarabo? A usted no es necesario que le refresquemos la memoria. Seguro que recuerda todos estos capítulos. Y a sus compañeros, según las declaraciones que van realizando en los medios de comunicación, tampoco hace falta recordárselo. Especialmente a los componentes de su grupo parlamentario, ninguno de los cuales ha levantado ni una ceja para apoyarle ahora que usted opta a la reelección.

Elevemos la mirada hacia el horizonte histórico. Podemos surge de la indignación popular ante la decrepitud del sistema político español, envenenado por el inmovilismo de los partidos tradicionales. Desde las calles y las plazas, miles de personas se acercan a las puertas de las instituciones y gritan reclamando un cambio. Les impulsa la ilusión.

Aquí, en Baleares, dos años después, no queda nadie en las plazas ni en las calles. Y algunos de los que se manifestaban y gritaban ante las puertas de las instituciones, gracias al voto popular, han entrado en ellas. Han entrado en ellas y han ocupado los despachos, se han subido a los coches oficiales, han pisado las moquetas, han visto como los ujieres les acercan servicialmente los papeles, como las secretarias les toman los recados, han colocado en puestos de la administración y a dedo a parientes y amigos, han depositado sus cuerpos cómodamente en las poltronas… y allí se han fosilizado.

Y lo que está fosilizado está muerto. Las esperanzas del “Sí se puede” se han fosilizado y son ahora cadáveres pestilentes. La esperanza murió porque alguien la mató. Y usted, señor Jarabo, fue el primero que entró por la puerta antes de que la esperanza quedara fuera de las instituciones y, finalmente, muriera sola y abandonada.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , ,

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