Acaba usted de hacer aprobar a sus compañeros del gabinete que preside Francina Armengol un decreto que pretende atajar el desmadre que se padece en los aeropuertos de Baleares, especialmente en los de Palma y Eivissa, por la actuación sin ningún tipo de problema para campar a sus anchas y con la más absoluta impunidad de los denominados eufemísticamente ‘taxistas piratas’.
Este no es un problema nuevo, y usted lo sabe, señor conseller. Cuando se le ocurrió poner en marcha las nuevas líneas de autobús que conectan el aeropuerto de Palma con algunas zonas turísticas, ya se lo advirtieron los trabajadores, autónomos y pequeños empresarios del mundo del taxi. Ya le advirtieron que esos autobuses –los cuales, por cierto, transportan a unas cantidades irrisorias de pasajeros– iban a complicar aún más la caótica situación que se vive frente a las terminales de pasajeros de los aeropuertos baleares.
Allí todo es descontrol, desconcierto, descoordinación, crispación, amenazas, malas caras y, por ahora, conatos de violencia con visos de acabar, si no se remedia el problema, en auténticas batallas campales. ¿Por qué? Muy simple: a nuestros aeropuertos llegan millones de pasajeros que ignoran todo sobre el sistema de transporte público vigente en Baleares. En cumplimiento de las normas vigentes, pueden dirigirse a sus puntos definitivos de destino utilizando una plaza legal de autobús, furgoneta o coche previamente contratada o con un taxi. Hasta aquí todo normal, como en el resto del mundo.
Pero no. No todo es normal en nuestros aeropuertos. Los denominados ‘taxis piratas’ se acercan a viajeros desconocedores de la realidad balear y les ofrecen plazas en coches o furgonetas… ilegales. Eso, evidentemente, no lo sabe el viajero, que se sube al vehículo y se va hacia su hotel o apartamento aupado en un transporte completamente fuera de la normativa vigente.
Destacar que estos ‘piratas’ no tienen ningún tipo de licencia, no pagan ningún impuesto y no ofrecen ningún tipo de seguridad al viajero. Además, no han suscrito ningún tipo de seguro, por lo que no podrán nunca ofrecer contrapartidas en casos de accidente o cualquier otro tipo de problema. Asimismo, no hay garantía de que mantengan al final del servicio el precio previamente ofertado… Y muchas irregularidades más. Conclusión: son un peligro para el turista, lo son para el resto de los conductores y son una fuente de problemas y de mala imagen para nuestra principal industria.
Ante esta realidad, que los turistas legales le han explicado a usted por activa y por pasiva, vemos como la pasividad y el conformismo presiden sus actuaciones. Destacar que ha aprobado usted un decreto para atajar estas actuaciones perniciosas de los ‘taxistas piratas’ después de la amenaza de huelga presentada por los empresarios legales del sector, después de que en Eivissa se padezca este problema desde hace años y cuando la temporada turística ya ha comenzado.
Señor Pons, el estrambote final. En su ya mencionado decreto, usted mismo lo ha reconocido, se señala que en el aeropuerto de Palma actuarán para prevenir y atajar irregularidades… ¡tres inspectores! ¡Solamente tres inspectores para cubrir un aeropuerto que está abierto prácticamente 24 horas al día en plena época turística alta, todos los días del año y con un movimiento de pasajeros que este año superará los 14 millones de pasajeros! ¿Qué pretende usted que hagan tres misérrimos inspectores ante esta realidad? Sinceramente, ¿a quién quiere engañar, señor Pons?
Tres inspectores contra las decenas de taxistas piratas es una gota en el océano que no atajará ninguna irregularidad, como ya le han señalado los taxistas que sí cumplen a pies puntillas con la legalidad.
Concluimos, conseller. Una vez más, y lo lamentamos profundamente, usted, su presidenta y su Govern han sido incapaces de afrontar con valentía un gravísimo problema que aflige a un amplio grupo de pequeños empresarios, autónomos y trabajadores que cumplen todas las exigencias legales y que ven que aquellos que viven a costa de sus impuestos ponen tiritas en las graves heridas por las que se desangran sus economías. Sus decreto contra el intrusismo ilegal de los ‘taxistas piratas’ es pobre y pacato, no tiene argumentos convincentes para atajar el problema, permitirá que los ilegales sigan campando libremente por las terminales de pasajeros y deja abierto un conflicto que, como hemos vivido en los últimos días, puede degenerar en gravísimos enfrentamientos.
Señor Pons, se ha quedado corto, muy corto en su decreto ante los ‘taxistas piratas’. Y usted lo sabe.
