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Armado caballero del silencio

Se sabía desde el primer momento que sonó su nombre para la presidencia del PP. Sus limitaciones eran evidentes. No era –ni de lejos- la persona adecuada para tal liderazgo. No se actuó en el momento oportuno, se dejó correr la bola y se excitó el fantasma de la vuelta de Bauza.

Se secundó la propuesta del de siempre: poner al frente del PP un hombre débil, temeroso de sí mismo, con evidentes carencias políticas, sin capacidad de liderazgo ni de construir una alternativa creíble y respetable. Sólo tenía a su favor su propia debilidad y, en consecuencia, su facilidad para ser manejado. Todo ello era más que sabido dentro y fuera del partido. ¿Por qué, entonces, callaron quienes podían hablar con autoridad y por qué tanto militante se apuntó al gregarismo?

Una vez elegido sin más mérito que la promesa de acercar el partido al ya sobredimensionado ‘nacionalismo’, que padecemos, los hechos han venido a certificar lo que se temía. Company  se ha comportado en todo momento como el hombre ‘silencioso’. Ni siquiera ha intentado ejercer su liderazgo en el Parlamento. Ha renunciado  -y seguirá haciéndolo- a aglutinar en torno suyo a su posible electorado. ¡Silencio, silencio y silencio! Ha desistido de su principal responsabilidad: visualizar ante la sociedad que es un líder preparado y fiable, que es merecedor de apoyo y seguimiento, que puede ser el Presidente del gobierno, que necesita la sociedad balear en el futuro.

El espectáculo es de un inmenso delirio. Ni los que le votaron confían en él y lo expresan abiertamente. ¿Por qué entonces lo eligieron? El cuadro numeroso de dirigentes (vicepresidentes y adjuntos) lleva a pensar que obedece a un intento proteccionista: que sea semejante sanedrín quien ponga sobre la mesa las posiciones del PP y, de este modo,  evitar lo que siempre entraña sus riesgos, como es el que hable el líder. ¿Cómo, entonces, se pretende construir en torno suyo un liderazgo ganador?  No me digan que son conscientes de que, como se les ha recordado recientemente (José Jaume), ‘su techo de cristal es quebradizo’. ¡Lo que les faltaba!

A decir verdad, son muchos los rumores que, presuntamente, se propalan en relación a determinados aspectos de su gestión en el gobierno anterior. Si fueran ciertos, el estropicio sería histórico y más de uno deberá rasgarse las vestiduras. ¡Vaya manera de construir una alternativa política! ¡Qué Dios les conserve su genio organizativo!

Todo este inmenso gatuperio obedece a qué, en el partido popular, no se han atrevido –es la tradición que les persigue- a realizar una mínima autocrítica (errores y complicidades) respecto de la gestión del gobierno Bauzá. Dieron por bueno e infalible el diagnóstico aparecido en la casi totalidad de los medios de comunicación. Diagnóstico fundado de hecho –como todos sabemos- en un juicio dogmático previo, emitido desde atalayas muy interesadas. En unos casos, contrarias al ideario del PP (nacionalismo) y en otros contrarias a la pérdida de posiciones privilegiadas de ‘peperos’ conocidos  e identificables. ¡Allá ustedes! ¡Así se casa uno con el error! La verdad acaba por saberse e imponerse.

Ya sé que no les gusta que se les diga. Pero, en el creado sanedrín, se concentra lo que a uno le gustaría erradicar del PP. Están muy bien representados los intereses del ‘amo’ (guardianes de las esencias del ‘cañelismo’) y la ‘levedad del ser’ de jóvenes, que esperan en su día un prebenda por su apoyo, pero que, políticamente hablando, son la nada de la nada.

Pues bien, he aquí que el Sr. Rajoy compareció el otro día en Inca en un acto que más parecía un funeral que la exaltación del líder. Se limitó a armar formalmente, al Sr. Company, como caballero del silencio. Virtud venenosa donde las haya. ‘Cuanto menos se habla, menos urgentes parecen las razones que se tienen para tomar la palabra’, que dijo G.  Duhamel.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , ,

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