Han pasado los momentos de lamentaciones, del “¡Ay, si hubiésemos ganado en tal o cual campo!”, de llorar de rabia y de impotencia. Ahora toca ya afrontar la situación en la que estamos. Los que como yo somos mallorquinistas acérrimos, fieles a la cita en Son Moix y a algún que otro desplazamiento con el equipo, lo hacemos con resignación (esto es lo que hay), pero también con orgullo, el que te da ser miembro de una entidad centenaria, que ha permanecido 16 años consecutivos en Primera División y que nos ha hecho disfrutar de gestas memorables para un equipo modesto, como finales de Copa del Rey, competición europea,… Pero hoy yo reconozco ante ustedes que, en estos momentos, mi orgullo lleva aparejado una dosis considerable de preocupación (de lo que en mallorquín llamamos “passar pena”), por el futuro y también por el presente.
No tenemos Presidente, contamos con un entrenador, pero hacen falta jugadores. Necesitamos saber con que presupuesto va a funcionar la entidad, si vamos a sentarnos todos en tribuna cubierta o mantendremos nuestras localidades; donde se hará la pre-temporada,… Bueno, detalles sin importancia que el Sr. Molango dirá que no son de nuestra incumbencia, porque el Mallorca es una SAD y ellos se lo guisan y ellos se lo comen.
Pero yo aquí, en este espacio que me brinda Canal 4 y de forma muy modesta, reclamo la parte que corresponde al corazón, al mío y al del resto de mallorquinistas. Corazón, que no funciona como una SAD, todo hay que decirlo, pero que alimenta también los éxitos deportivos del equipo por el que late.
