La indefinición del partido de Pedro Sánchez ante múltiples temas que han afectado a la sociedad española en estos últimos meses le había pasado factura al partido de Ferraz, especialmente con la crisis catalana. La desorientación y el oportunismo del PSOE, sumados a la inabarcable corrupción del PP abrieron camino con facilidad a Ciudadanos en estos últimos meses. Todos los medios y gran parte de la sociedad veían a Albert Rivera como el futuro presidente del Gobierno. Sin embargo, sucedió algo tan sencillamente inimaginable como lógico al mismo tiempo, algo que nunca habíamos pensado que sucedería tras años de impunidad del Partido Popular. La Audiencia Nacional condenó al PP por corrupción en el caso Gürtel. El resultado político de esta sentencia trajo consigo la primera moción de censura exitosa de nuestra democracia, con Pedro Sánchez como principal protagonista del suceso tras meses desaparecido en los medios. El líder del PSOE ha pasado de ser un político sin garra y falto de ideas a ser alabado en los medios de comunicación por su pragmatismo y su control de los tiempos. Mientras tanto, el PP se rearma tras la marcha de Rajoy, Unidos Podemos vuelve a respirar tras la crisis del chalé y Ciudadanos regresa al estado que el PSOE padecía meses antes de la moción de censura. Un estado de confusión e indefinición total, solo equiparable al de un espectador medio que acaba de ver de golpe toda la filmografía de David Lynch.
¿Del mismo modo, quién nos iba a decir, no hace mucho tiempo, que Iñaki Urdangarín acabaría finalmente en la cárcel? El panorama no era muy alentador que digamos. Llevamos años viendo a multitud de políticos condenados por corrupción que escapan de la pena de cárcel. La laxitud de la justicia en las penas vinculadas a la corrupción, el aforamiento de gran parte de nuestros políticos o la ingente cantidad de recursos judiciales pendientes no hacen más que favorecer la prescripción de las penas de los corruptos. También es cierto que la pena que se le ha impuesto a el cuñado del Rey (5 años y 10 meses), no se caracteriza por su rigurosidad después de todo el dinero que ha robado a las arcas públicas (más de 16 millones de euros), pero es una gran muestra de regeneración del Estado español, una demostración de que sin justicia no hay democracia.
¿Asimismo, quién nos iba a decir hace unas semanas que el entrenador que ha guiado a la selección española al Mundial sin perder un solo partido, Julen Lopetegui, iba a ser despedido de su cargo tan solo un día antes del comienzo del Mundial de Rusia? ¿Alguien realmente cree que la Federación hubiera actuado de forma tan contundente si el entrenador vasco fuera el nuevo entrenador del Arsenal o del PSG, y no el del Real Madrid (o del Barça)? Multitud de entrenadores (Luis Aragonés,Van Gaal, Conte…) han llegado a un acuerdo con un determinado club en su momento, sin afectar dicho acuerdo a la selección a la cual entrenaban. De hecho, Luis Aragonés anunció que se iba a entrenar al Fenerbahçe turco en vísperas de las semifinales de la Eurocopa del 2008. ¿Hace 10 años se armó el escándalo que se ha montado hace unos días con Lopetegui? No, ni mucho menos. Y eso se debe al destino que ha escogido el técnico vasco, que no deja indiferente a nadie. Porque no es lo mismo entrenar a un club turco que al Real Madrid.
Y así van pasando los días en nuestro país, en la mejor serie de la historia que ha sido, es y será la historia de España. Al igual que en una gran serie de la HBO, nos aproximamos a la mitad del 2018 con unos giros de guion y un surrealismo desenfrenado con el que es imposible no divertirse semana tras semana.
