Todo se preparó para que, por si acaso, se neutralizase la libertad y triunfará la continuidad. La marea se ha llevado todo por delante. Casado, insospechadamente, se ha alzado con el santo: la Presidencia del PP.
Gran noticia, en principio, para el PP y para España. Hay que felicitarse por ello. ¿Se imaginan que sería hoy de la posición de quienes defienden abiertamente España y la Constitución? ¿Cómo se sentirían, por ejemplo, los Jueces, C’s, Vox y UPD si hubiese ganado la defensora del diálogo con los golpistas catalanes? Todos estarían humillados en su propio funeral. Por eso, con la victoria de Casado, se ha abierto una puerta a la esperanza.
Precisamente por ello (entre otras cosas), no lo tendrá fácil. La guerra sucia mediática ya se inició la víspera cuando se intuía que podía ganar. La izquierda y los separatistas, con sus poderosos medios de comunicación (en gran parte, creados por Soraya y Rajoy), seguirán en el intento y en el desprestigio. Ya se sabe cómo se las gastan. Aquí en Mallorca hay ejemplos preclaros de columnistas, presuntamente, tramposos y manipuladores de la realidad. También aquí, el PP necesita hacer pedagogía política, esclarecer las posiciones ideológicas y poner en evidencia lo que, en realidad, hay detrás del aparente sectarismo: miedo a la libertad e igualdad.
Aquí radica, en mi opinión, una de las claves del triunfo de Casado en el primer asalto y de su consolidación futura al frente del PP. Cuando se tienen principios y convicciones (como la inmensa mayoría de los militantes del PP que le restan o que huyeron a otras formaciones), se arriesga y se defiende, precisamente, esas ideas, esos principios, esas convicciones, que lo hacen con toda legitimidad diferente. Lo que no se hace es lo que el PP ha venido haciendo en estos siete últimos años: desideologizar sus posiciones y aceptar la subordinación a la izquierda (Fernández-Lasquetty).
Vamos, lo que no se hace es avergonzarse de defender y patrocinar ciertas políticas (las que están en la mente de todos), aunque se moleste e incomode la izquierda. Se trata de no reconocer, en modo alguno (supondría falsear la realidad y la verdad), la superioridad moral de la izquierda y las consecuencias que de ello quiere imponer a todos.
Personalmente (no sé si lo logrará), creo que, efectivamente, una de sus ideas motrices, a la que nunca debe renunciar, es la defensa de las persona humana y su libertad individual frente a las diferentes formas de colectivismo de la izquierda. Lo que, de verdad, está en juego (aunque muchos se empeñen en aparentar escándalo) es la libertad individual (por ejemplo, en materia de lengua, de moral, de modos de estar en familia y educación en sus deferentes expresiones) de la persona. Esta libertad exige tutela y protección pues va en ello la realización personal del ciudadano.
Con Federico Jiménez Losantos, creo que hay una tarea en la que no puede fallar: “la de España como ámbito de ciudadanos libres e iguales, donde todos los niños puedan estudiar en español, vivan donde vivan y donde a nadie se le pueda agredir o discriminar sin que el PP o el Poder que controle use del máximo rigor legal contra los que han hecho del atropello de España y lo español una costumbre. Peor aún: un negocio que ha subvencionado el PP”.
En este camino de la libertad (el más incómodo de los posibles), encontrará verdaderas dificultades en su propio partido: Galicia, Balears (libre elección de lengua vehicular). ¿De verdad, se atreverá a liderar la anunciada España de los balcones? Está por ver.
Le deseo coraje y suerte. Le pido que no se fíe de casi nadie y que sea él mismo. ¡Adelante!
