El magistrado titular del juzgado número 2 de Primera Instancia de Palma acaba de condenarles a ustedes por ser unos usureros. Sí, señores: unos auténticos y execrables usureros. Una práctica delictiva ésta que han rescatado ahora desde sus orígenes finiseculares para, en los peores momentos de la crisis, esquilmar aún más a los depauperados ahorradores que, desesperados por sus apremiantes e imperiosas necesidades económicas, se han agarrado inconscientes e ignorantes a sus productos financieros tóxicos. Un arsenal de venenosas propuestas que han arruinado a miles de españoles a través de las clausulas suelo, los índices hipotecarios IRPH, los bonos convertibles en acciones garantizados y otros vomitivos productos creados y comercializados única y exclusivamente por ustedes y sus cómplices de otros bancos para rellenar sus arcones con miles de millones de beneficios a costa de los bolsillos vacíos de sus propios clientes. Moral y éticamente, una actitud absolutamente reprobable y, tras múltiples sentencias judiciales en todas las instancias, también condenada penalmente.
Desde las altas cúspides de sus enmoquetados despachos y detrás de sus lujosas mesas de contratación, se han aprovechado ustedes, señores del Banco Sabadell, de su prevalencia sobre sus clientes para engañarlos y estafarlos. Para ello, tal y como define el diccionario, han utilizado de forma espuria y torticera la inexperiencia en los ámbitos financieros de sus víctimas y, también, su plausible situación de asfixiante necesidad económica.
Las armas utilizadas en este delito que hoy nos ocupa –y sirve para retomar este amplísimo conjunto de prácticas perniciosas– son las denominadas tarjetas revolving, un instrumento bancario permitido por el Banco de España de forma incomprensible y que se han convertido en manos de bancos como el de ustedes en auténticos instrumentos letales de destrucción masiva de vidas y haciendas. Unas tarjetas, éstas las revolving, que les permiten cobrar a sus incautos y desprevenidos clientes unos intereses fuera de lo normal y que ustedes incluso han exacerbado todavía más su lesividad al aumentarlos hasta -¡atención!- el 40,87% de interés TAE. ¡Intereses del 40,87%! Usura pura y dura.
Si ya de por sí esta práctica es desde todo punto de vista condenable, hecho confirmado por el juez de Instrucción número 2 de los de Palma, debemos añadirle, asimismo, una altísima dosis de hipocresía y desfachatez por su parte. No es tan solo que sean ustedes unos condenados a los que las autoridades bancarias españolas deberían desde ya ponerles freno y coto inmediato a sus privilegios bancarios, es que además se ríen de todos nosotros. Sonrojo, vergüenza y asco nos produce ver y leer sus campañas promocionales. Aquellas en las que se engalanan con mentirosas proclamas sobre la Visión que dicen tener ustedes sobre lo que debe ser un banco, la Misión que se han auto asignado y los Valores que dicen atesorar. ¡Qué ironía! ¡Qué escarnio tras la sentencia!
La Visión de ser, textualmente recogido de sus propios documentos internos, “referente de calidad en negocios”. Referente de calidad en los juzgados condenados por usura.
La Misión de “ofrecer las mejores soluciones”. Las mejores soluciones para embolsarse el 40,87% de intereses a costa de la ignorancia inocente de sus clientes.
Los Valores de la “voluntad de servicio”, de la “profesionalidad”, de la “austeridad”, de la “prudencia” y –ya para rizar el rizo y caerse de risa, por no decir de asco– de la “ética y la responsabilidad social”. Todos los entrecomillados han sido copiados de su propia documentación, la que entregan a los clientes y a las entidades controladoras del sistema financiero.
Si no fuera porque detrás de todo esto hay condenas judiciales firmes, con esta realidad habría que montar un teatrillo y representar frente a su sede central y todas sus oficinas y sucursales un verdadero espectáculo circense de chanza y burla.
Y, para estrambote final, la traca. En su actual campaña de marketing mentiroso, denominada “Historias del Dinero”, nos informan que “el rol de Banco Sabadell”, y reproducimos de forma textual, “es acompañar a las personas y estar ahí ayudándolas a tomar las mejores decisiones económicas”. Suponemos que querían decir, utilizaremos el sarcasmo, “acompañarlas al juzgado a que nos denuncien por nuestras prácticas usureras y abusivas”, ¿no?
Señores del Banco Sabadell. Han sido ustedes denunciados, investigados, juzgados y condenados por ser unos auténticos usureros. Tras constatar la hipocresía de sus actuaciones y la toxicidad del trato que imprimen a sus relaciones con sus propios clientes, solamente nos podemos hacer una pregunta más: Si ya han sido ustedes condenados una vez en el juzgado número 2 de Palma, ¿cuántos otros miles de clientes de ustedes también han sido estafados por Banco Sabadell? ¿Y cuántos no han sido capaces de pleitear por sus limitaciones económicas y cuántos no han sabido hacerlo? Son estas preguntas de una realidad que debe aflorar y ser conocida. No lo duden, señores de Banco Sabadell, seguiremos informando.
