En febrero de 2016 el concejal Rafael Muñoz ya comentaba la conveniencia de que los 1,4 millones de euros de canon de saneamiento que aporta cada año Maó tuvieran un retorno en las infraestructuras de la ciudad. Su presupuesto de ocho millones de euros es prohibitivo para los recursos propios del Consistorio. En marzo ya se planteó al entonces conseller autonómico Vicenç Vidal, pero no se comprometió a nada, igual que Francina Armengol en una reunión posterior.
Maó tiene un solo colector, unitario, más de tres kilómetros de canalización en la zona portuaria donde vierte todo el alcantarillado además de la lluvia. Por ello, si la tormenta tiene una cierta intensidad se desborda, con vertidos puntuales de aguas fecales en el entorno del puerto.
La solución está en un proyecto, diseñado desde 2011, para un segundo colector que descargaría en más de un 50% el actual, al asumir el agua de Poima, Malbúger, Llucmaçanes y la zona sur del municipio.
Permitiría evolucionar al sistema separativo, para lo que están preparadas ya las calles en las que se ha actuado recientemente. Con ello se podrían recuperar aguas pluviales y abrir la posibilidad del reaprovechamiento del agua tratada en la depuradora de Maó-Es Castell.
