Miles de euros que han salido del trabajo y los ahorros de los ciudadanos –y han acabado en sus manos a través de los impuestos– han sido malgastados por ustedes. El informe de la Policia Nacional sobre la banda de carteristas rumanos detenidos en la Operación Bucarest no deja ningún resquicio a la duda: han entregado nuestro dinero a estos delincuentes.
La falta de control, su estulticia, la incapacidad manifiesta que han demostrado en la gestión de sus instituciones, su inutilidad y el menfotismo del que hacen gala con el dinero de todos los ciudadanos ha llevado a que unos aprovechados se hayan beneficiado de su incompetencia.
Todo eso mientras los ciudadanos, los autónomos, los emprendedores y los empresarios trabajan en un marco catastrófico. Todo eso mientras las empresas cierran, los trabajadores sobreviven como pueden y todos los sectores económicos han visto caer en picado sus ingresos. Todo eso mientras ustedes siguen cobrando la integridad de sus sueldos, no se han desprendido de ninguno de sus privilegios y mantienen cobrando a la totalidad de sus asesores y cargos elegidos a dedo.
En cualquier empresa privada ya les habrían puesto a ustedes dos de patitas en la calle.
Señor Hila y señora Santiago:
Han estado pagando subvenciones sociales a aquellos que, además, nos han robado las carteras, se han llevado limpios de polvo y paja cada uno de ellos entre 3.000 y 4.000 euros netos cada mes, han acumulado 12 millones de euros por sus delitos y han transferido millones a Rumania para comprar casas, solares, chalets y coches de lujo.
Y ustedes mirando hacia no sabemos dónde. Nos han estafado a todos nosotros por culpa suya, por su absoluta dejación. Ustedes han estado en Babia y no han hecho bien su trabajo, como denuncian los organismos de control al señalar que solamente el 5% de los fondos públicos destinados a ayudas sociales llegan verdaderamente a los que los necesitan. El resto se pierde en papeleo, burocracia, asesores e informes inútiles.
Deben asumir su responsabilidad. No es de recibo que ante estos hechos, una vez más, se escabullan. Den la cara. Es hora de que o ustedes de propia mano asuman las consecuencias de su inutilidad o les obliguen sus superiores.
