Una muestra de arte que permanecerá en el municipio hasta el próximo 3 de octubre y que cuenta con la colaboración de El Niño de Elche. Según ha declarado el mismo Pinya, “la iglesia del Convent de San Domingo es de los pocos lugares donde me apetecía exponer en Mallorca porque lo avala una historia con un programa muy digno”. Pollença es, ha añadido, “un lugar que siempre ha mantenido el vínculo con la pintura y el arte".
En este sentido, además, ha añadido que “como el espacio de la iglesia posee una identidad y un carácter muy marcado, con todo ese barroco que lo envuelve, no quise competir con el espacio a la hora de proyectar la intervención”. Y por ello, ha concluido, “mi planteamiento fue negar el espacio para crear un nuevo espacio dentro del espacio. De ahí la sala de aislamiento donde habitan los artefactos”.
Respecto a la exposición que hoy ha inaugurado, Pinya ha asegurado que es “la primera vez que los seres que habitan el universo pinyesco poseen una voz”. Voz que “nace de la gracia y del ingenio de Niño de Elche” evocando pasajes que habitan entre “lo bello y lo siniestro, lo sagrado y lo profano, lo delirante y lo esperpéntico, como una especie de autorretrato” ha explicado el artista.
Cuando el espectador se adentra en la instalación, llega un punto en que ya no sabe si ejerce como tal o si se transforma en protagonista, aclara el autor de la obra, ya que, dice, “al ser observado por los propios artefactos que conforman la escenografía se crea una ambigüedad donde se intercambian los roles” lo cual, concluye, “me resulta un excitante punto de inflexión”.
Por su parte, el alcalde de Pollença, Bartomeu Cifre, ha asegurado que es “un honor poder contar con la obra de tan magnífico artista como Albert Pinya que, además, viene acompañado por la obra musical de El Niño de Elche”. Una combinación, ha añadido, “que posiciona a Pollença como el referente y destino cultural que queremos ser y por el que llevamos trabajando hace mucho tiempo”.
Por su parte, Andreu Aguiló, codirector del Museu de Pollença, ha explicado que con esta obra de Pinya “veremos una propuesta realmente novedosa dentro del universo del propio autor que, incluso, renuncia a algunos de sus ítems más inmediatos haciendo una instalación que se incorpora de forma rotunda al espacio del Claustro de Sant Domingo”.
Una exposición donde sin duda alguna queda claro que el artista ha trabajado el espacio planteando, incluso, “un doble espacio”. Y es que el visitante, nada más entrar en el claustro, verá un bloque y en su interior está la propuesta de Pinya “sus artefactos pictóricos”.
Esta muestra, cuenta Andreu Aguiló, reflexiona, incluso sin pintura, sobre el presente y el futuro de la pintura. Por ello, ha concluido, será “una obra que sorprenderá mucho al público sin duda alguna”.
