Conducir un patinete eléctrico no es complicado, pero, como sucede con cualquier tipo de vehículo, entraña una serie de particularidades que se deben tener en cuenta para circular con completa seguridad.
El vehículo debe estar a punto, es decir, es importante comprobar, por ejemplo, frenos, ruedas o luces, por lo tanto, no es mala idea pasar una revisión periódicamente.
Es importante conocer en profundidad la normativa de la ciudad en la que vayamos a utilizarlo ya que cada Ayuntamiento establece su propio reglamento en torno al uso de los patinetes.
Acostumbrarse a llevar el casco en todo momento. Puede ahorrar más de un disgusto. Nunca se sabe cuándo podrá haber un accidente, bien sea por un error propio, por el de un tercero o por un agujero en el pavimento. Tampoco está de más llevar un chaleco reflectante.
Es recomendable que conozcas en profundidad cómo funciona el acelerador, cómo frenar con más y menos intensidad, y saber realizar giros para ver el grado de inclinación para poder coger una curva sin forzar demasiado.
La postura más común sobre el patinete es con un pie delante del otro y llevar la espalda erguida pero relajada. Cuando aceleres, flexiona las rodillas para bajar el centro de gravedad. Procura hacerlo de forma gradual, sin tirones, para que la aceleración sea fluida. Mientras que, para frenar, se debe mantener el manillar recto y el cuerpo ligeramente hacía atrás, utilizando el freno delantero y el trasero a la vez para detenerse de forma más eficaz.
Y muy importante: respeta siempre al resto de vehículos y viandantes, mantén la distancia con ellos y avísales de tus maniobras en la medida de lo posible. Este pequeño hecho generará una cultura ‘amable’ en torno al patinete.
